M. Cacho. Detective privado. Barcelona. Cien pavos al día, más los gastos. No cree en misterios, no cree en lo paranormal, no cree en fantasmas; pero siempre acaba metido en lo oculto, en lo extraño, en el más allá. Viste camisa, Harrington y Kickers. Cuando algo sale bien, suelta «Chicken Run», aunque los demás piensen que es absurdo. Se mueve en una Honda Dylan de segunda mano, de color negro mate. No destaca por su genialidad mental, ni por una valentía a prueba de balas. Simplemente, va tirando del hilo y, cuando no sabe qué hacer, improvisa. Es alto y flaco, con ojos verdes y pelo castaño. Y, curiosamente, le gusta cocinar.