Hubo un tiempo en el que los gatos no llevaban botas, en el que los tiburones hacían películas de Hollywood, en el que acercarse a saludar al sol no era imposible, en el que titánicas luchas contra el Mal tenían lugar con el fin de salvar a niñas indefensas.
Era el tiempo de las historias, el tiempo de la leche humeante al lado de la chimenea, de las pantuflas, de la manta de lana.
Hubo un tiempo en el que no se podía ir a la cama sin haber escuchado un cuento de los de verdad, con animales, princesas y monos que juegan al ajedrez.
Un tiempo pasado.
Pero esta noche no. Agárrate fuerte a este libro, porque hoy hay luna llena y las historias —como hombres lobo en busca de víctimas— ya merodean por tu imaginación.
2017-10-10