Todo lo que quiero es tu puto dinero

 
El pasado cuatro de abril se suicidaba delante del Parlamento griego Dimitris Christoulas, farmacéutico retirado de 77 años, después de que el gobierno de su país recortara las pensiones alrededor del 15 %. Incapaz de hacer frente a sus deudas Christoulas decidía acabar con su vida porque “No puedo vivir en estas condiciones. Me niego a buscar comida en la basura”. Aunque la prensa griega ha optado por silenciarlo, según los datos de 2011 del Ministerio de Sanidad, los suicidios en Grecia han aumentado en un 40 %. 
   Así que mientras los griegos se matan, en Europa se sigue haciendo negocio de su crisis. Como un cuervo negro de grandes alas La Comunidad Europea obtiene el dinero del rescate de Grecia al 1,5 % de la banca privada y se lo presta a Grecia con un interés del 3 %, el 5 % e incluso el 6 %. Además, tal como denuncia el eurodiputado de Los Verdes Daniel Cohn-Bendit, mientras la población griega pasa hambre, se obliga a su gobierno a comprar armas (con el dinero prestado, claro) a Francia y Alemania. Somos unos completos hipócritas. Solo Francia ha vendido ya a Grecia 6 fragatas por valor de 2.500 millones de euros, helicópteros por valor de 400 millones y decenas de aviones de combate Rafale al precio de 100 millones cada uno; Alemania, por su parte, 6 submarinos por valor de 1.000 millones de euros… Es inmoral y absurdo. ¿No se les cae la cara de vergüenza a Merkel y Sarkozy? Lo lógico, como denuncia Cohn-Bendit, sería promover el fin del conflicto griego-turco, y dejar de vender armas, pero claro eso iría mal para el negocio. 
   Y encima luego se cuelgan la medalla por condonar parte de la deuda griega, cuando han sido sus mismos bancos los que les han llevado al país al borde del abismo, subiendo las primas de riesgo hasta un nivel que ya sabían que no se podría devolver. Nadie obligó a esos bancos a dejar dinero a Grecia, ¿por qué lo hicieron?  Por avaricia. Porque a pesar del alto riesgo si Grecia podía devolver se forraban lo indecible. Es como si vas al banco y te ofrecen un producto con una renta del 13 % a un alto riesgo, nadie te obliga a invertir ahí, estás yendo tú solo a jugar a la ruleta. Así que si en su momento se lanzaron como perros de presa encima del cadáver ensangrentado y cegados por la idea del dinero fácil, que ahora no se quejen. O que hagan un balance global de los últimos años y decidan quien ha salido ganando o perdiendo. Porque ganan, y mucho. El Estado español, por ejemplo, entre 2.000 y 2.010 ha reembolsado más de 3 veces lo que debía en 2.000, y sigue debiendo casi el doble. Nos están tomando el pelo.
   Lo peor de todo es que los mismos que se enriquecen (Alemania, Francia, Estados Unidos) tampoco dejan que se tomen las medidas apropiadas para salir de la crisis. No nos dejan ni decidir por nosotros mismos. Y si no que alguien me diga por qué Merkel, Sarkozy y Obama no dejaron que Papandreu sometiera, en su momento, el plan europeo  que se le imponía, a referéndum para ver si el pueblo griego lo aceptaba. Ah no, primero se lleva un país a la quiebra y luego se le arrebata su libertad y su soberanía. Tal como dijo Sarkozy a Obama: Papandreu es un “loco” y un “deprimido”. Así que lo hicieron caer y pusieron a Papademos, que casualmente fue vicepresidente del Banco Central Europeo y miembro de la Comisión Trilateral (fundada por David Rockefeller), uno de los suyos, vaya.
   Yo hace tiempo que vengo pensando que todo esto no puede ser casual, que los grupos de poder que gobiernan -realmente- este mundo saben muy bien lo que están haciendo y que están sacando mucho dinero a costa de la pobreza y el sufrimiento de la gente. Algunos economistas, como Miren Etxezarreta (Catedrática Emérita de Economía Aplicada de la Universitat Autònoma de Barcelona), opinan lo mismo. En una reciente entrevista en RAC 1, Etxezarreta decía que “la crisis y la deuda se están utilizando como excusa para asestar un golpe durísimo a las clases populares -incluyendo en las clases populares las clases medias- para recuperar la tasa de beneficio”. Ponía en duda, también, el hecho de que en España no hay dinero: este último año se ha producido el doble de riqueza que en 1977 y la población solo ha aumentado un 25 %, ¿entonces dónde está el dinero? Pues resulta que en este país hay más multimillonarios que nunca, pero eso no se dice nunca. El dinero se concentra cada vez en menos manos. Se produce la paradoja también de que, por ejemplo, se recortan 10.000 millones en Sanidad y Educación, pero, en cambio, a la Iglesia Católica, que recibe 11.000 millones al año, no se le recorta nada. O que a la banca se la sigue bombardeando con dinero… 
Chirstoulas era un farmacéutico, una persona respetable que trabajó y cotizó religiosamente durante 35 años y, ¿no es cotizar sino prestar dinero a tu Estado? ¿Y qué hizo con él el Estado? ¿Qué hace con el dinero el Estado? Pues por ejemplo dárselo al Banco Central Europeo (España aporta el 8 %) para que luego este lo deje a los bancos al 1 %. ¿Y luego qué hacen los bancos? Pues forrarse dejando ese mismo dinero a las empresas al interés que quieren, y si es que le sale de los cojones. Es el mundo al revés.
Christoulas dice en su nota de despedida: «Creo que los jóvenes sin futuro algún día cogerán las armas y en la plaza Sintagma [de Atenas, la misma donde terminó con su vida] colgarán a los que traicionaron a la nación, como hicieron los italianos con Mussolini en 1945″. 
   V de Vendetta. 
   Yo no estoy de acuerdo. 
   Tiene que haber otra manera.
   Hace unos años, en los Juegos Olímpicos Especiales de Seattle se produjo un hecho excepcional. Nueve atletas, todos discapacitados mentales o físicos estaban listos en la línea de salida de los 100 metros. Se dio el inicio y empezaron todos a correr. Entonces, de pronto, un chico tropezó, se cayó y empezó a llorar. Los otros ocho escucharon el grito del chico, aminoraron la marcha y miraron hacia atrás. Al ver lo sucedido se detuvieron y regresaron. Una chica con síndrome de Down se sentó junto al chico que había caído, empezó a besarlo y le dijo: «¿Te sientes mejor ahora?» Entonces, los nueve se cogieron de las manos y avanzaron así hasta la meta.  
   El público los ovacionó durante media hora. 

 

Artur R.

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