La bolsa o la vida
Últimamente, la prensa ha decidido amargarme el café de las mañanas. Ya sé que no es una novedad si digo que solo nos cuenta las malas noticias; ya que las buenas noticias, no son noticia. Pero me pregunto acerca de la utilidad de abrir cada puto informativo de la tele diciendo que la bolsa ha sufrido una nueva caída histórica. No es que cambie nada, el café con croissant del Buenas Migas sigue costando 1’95, los turistas siguen haciendo fotos a la catedral, el perro de la tienda de cuadros sigue tumbado al sol y las palomas siguen picoteándose amorosamente en el balcón de enfrente, ¿entonces?
Sí, sí, ya sé que lo que pasa en la economía es relevante y que acaba traduciéndose en perdida de puestos de trabajo. Aun así, este sonsonete negativo es intolerable. ¿Se imaginan un amigo que cada día les recordara que su perro ha muerto? Por ejemplo, en los deportes no pasa. Pongamos que Puyol se lesiona. Se informa de eso una sola vez y luego se procede a un seguimiento de las mejoras, día a día, del jugador. Aunque la lesión siga, no se hace más hincapié en ello. Se mira en positivo. Nunca he oído “jornada negra en los parqués del mundo, ayer Xavi se rompió la rodilla y para más inri hoy se ha cortado al afeitarse”, ya quedó claro ayer que era una lesión grave.
Lo de la bolsa y su comportamiento de niña histérica que entra en pánico no deja de sorprenderme día a día. Uno se imagina que los señores tan listos que mueven los hilos de la economía mundial deberían ser sabios, que estuvieran al menos un pasito por delante del común de los mortales, o al menos gente honesta, tranquila y ponderada, pero este atajo de chorizos asustados cayéndose de sus montañas de oro es intolerable, ¿no les parece?
Yo propongo una solución a este problema. Señores de la prensa, hemos tomado nota, la cosa está fatal. Queda claro, más que claro, subrayado y en negrita. No hace falta que lo digan más. Cuando se produzca un cambio a positivo informen, por favor. En caso contrario absténganse. En los diarios de mañana pueden publicar este texto final que les cedo de forma gratuita: “Todo está muy chungo, ustedes están aburridos de oír siempre lo mismo y nosotros también, cuando se produzca algún signo de mejoría, les mantendremos informados. Gracias”.
Vivimos vidas absolutamente limitadas y miserables, vidas distraídas, de mirada estrábica, incapaz de enfocar el detalle, de ver lo que importaba antes, importa ahora y siempre ha importado. Nos conformamos con el bla-bla-bla, con ir del trabajo al bar y del bar a casa, y de casa al trabajo y del trabajo al bar y del bar a casa, y de casa al trabajo y del trabajo al bar y del bar a casa. Por eso nos gustan tanto las películas de zombis, porque son como nosotros, pero un poco más feos. Así pues, en lugar de perder energía removiendo la mierda con el palo, mejor sería hablar de cosas que nos hagan más grandes. Porque, al final, lo único que podrá salvarnos será la revolución individual, de cada uno. Qué has hecho hoy para ser mejor que ayer, a quién has ayudado, a quién has dado de comer, cuánto has querido, cuánto te han querido.
Ya lo sé, parezco un cura, pero esto es lo que hay.
Me gustaría terminar con las palabras del genial cómico americano Bill Hicks. En su espectáculo Relentless, del año 91, se quejaba de que las noticias siempre se ensañan con el lado negativo y de que –ya que se supone que son ob-je-ti-vas– también deberían hablar del lado bueno de las cosas, porque su-ce-den igualmente. Como en el caso de las drogas, que nunca se ha oído en el telediario a Piqueras decir algo tipo:
«Hoy un joven que consumió LSD se dio cuenta de que toda la materia simplemente es energía condensada a baja vibración, que todos somos una consciencia experimentándose a sí misma de manera subjetiva. No hay tal cosa como la muerte, la vida solo es un sueño, y somos la imaginación de nosotros mismos.
Les dejo con la predicción meteorológica»
Aunque seguiremos atentos por si Piqueras se desmelena.
Artur R.
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